Thoughs of the Man from nowhere

Helsinki - 04:42 am - Lluvia - Casa de los Söderström - 2010

No puedo dormir. Otra noche más viendo las horas pasar en el reloj de pared, aquella vieja reliquia que era de su familia. Había sentido ganas de tirar cualquier cosa que pudiera recordarme a ella, pero era todo una absoluta gilipollez, eso no iba a conseguir que mejorara mi estado.

Desgarrado, sin ningún arma para poder luchar contra el dolor, totalmente abandonado. No sé cómo describiría el hecho de perder a alguien tan cercano, de quedarte sin esa mitad que formaba parte de ti desde hace tanto tiempo. No hay consuelo, por mucho que digan, por mucho que el resto intente ayudar, una pérdida no se supera, simplemente acaba siendo algo difuminado con el paso del tiempo. Los sentimientos dolorosos pasan a formar parte de uno mismo, y tienes que convivir con eso, con esa tristeza que puede abordarte en cualquier momento.

No siento vergüenza de admitir que las lágrimas caen sobre el papel sobre el que escribo porque hace tiempo que tuve que dejarla a un lado. Siento que es imposible, que seguir adelante no tiene ningún sentido, que no quiero una vida en la que ella no esté presente. Y al mismo tiempo, sé que por ella debo luchar por todo lo que construimos. Lo único que espero, es no perderme en el camino.

Otra noche en vela, otro día ha pasado sin su presencia. Nostalgia, melancolía, memoria perdida. Mi vida es de pronto un borrón ininteligible. Si ha significado tanto durante ocho años, no tanto sino todo. Supongo que lo que me queda es esperar a estar listo para poder volver a dormir, para poder pensar como otros muchos ilusos que está en un lugar mejor. Lo único que me calma, es que al menos donde esté no habrá más sufrimiento, no habrá más preocupaciones, no habrá más dolores de cabeza por mi trabajo.

Dolor, y prefiero que duela, porque al menos sigo sabiendo que no soy un fantasma vagabundo.

Turku - 17:13 pm - Soleado -Vartiovuori - 2010

Ya ha pasado un tiempo, vuelvo a Turku, a mi hogar. Mi abuelo, mis hermanos, todo está como siempre, pero yo he cambiado. No soy el mismo que se fue con Heljä la última vez que nos vimos. Hace ya meses de su muerte, meses que llevo encerrado casi por completo en casa, haciendo investigación para la Interpol.

He subido hasta la colina para ver la pequeñas casa de madera que visitaba casi todos los días en mi infancia. Siento que necesitaba volver a encontrarme con mi raíces, volver a saber quién era yo antes de todo este caos y este tornado de emociones desordenadas en el que me he convertido en poco tiempo. Necesitaba saber quién soy. Desde donde estoy se ve el resto de la ciudad, la ciudad en la que me crié: Åbo para los suecos.

Después de ver la vida desde allí todo parece distinto, y uno sólo piensa que hay que hacer las cosas de distinta manera, que a partir de ahora mi vida debe ser diferente. Arriesgar, vivir, tomar decisiones que puedan cambiar el día a día. No ser temerario, pero no dejar pasar el tiempo sin haber cambiado algo en mí mismo como hasta ahora.

Y los días en los que esos pensamientos me invaden hacen que piense que el camino es largo, que todo sigue, y que el final sólo llega si uno quiere. Al fin y al cabo, como dicen, la mayoría de veces los límites sólo existen en nuestra propia mente.

Helsinki - 20:46 pm - Oscuridad -Casa Söderström - 2012

Echar de menos, un sentimiento demasiado cruel. Un sentimiento que no se puede controlar, de repente y sin saber bien por qué alguien que no planeabas entra en tu vida y se convierte en imprescindible. Sin más, sin preguntas, sin necesitar más respuestas ni excusas innecesarias. Pero cada día está ahí y hablar, saber lo que piensa, escuchar su voz se convierte en algo tan básico como respirar. Raro, difícil y complicado al mismo tiempo. Una mezcla de emociones que no se pueden describir, desazón, soledad, tristeza, todo eso aporta su pequeño grano de arena para formar el sentimiento, ese en concreto.

A ella la echaba demasiado de menos, siempre, porque aunque quisiera dejarlo a un lado era algo que llevaría siempre conmigo, un peso que obligatoriamente llevaría siempre a mis espaldas, y tampoco quería desahacerme de él no era justo para ninguno de los dos. Heljä, ella, su recuerdo, su risa juguetona grabada a fuego en mis oídos, nada que pudiera borrarse con facilidad, ni con el paso del tiempo. Superar no es olvidar ni mucho menos. Ahora... ahora, aunque intentara frenar todo lo que sentía no podía hacerlo, no era tan tonto como para hacer que no pasaba nada, porque no era así. Llevaba un tiempo dándome cuenta y había intentando por todos los medios que ella no se acercara tanto a mí, pero no, no había funcionado y había permitido que entrara en mi mundo, uno lleno de grises que ella había teñido de color sin apenas darse cuenta.

Ahora también me faltaba ella, también echaba de menos su timbre de voz retronando en mis tímpanos, su abrazo cálido, su forma de servirme ese vodka que tanto ansiaba cada noche y de vez en cuando, alguno de esos besos que se nos escapaban sin pensar. Ahora, me sentía más solo que nunca, eran dos las que no me iban a dejar dormir esta noche y el tenue reflejo de Luxx en mis retinas ya era imposible de difuminar. La necesitaba y por primera vez en mucho tiempo hubiera querido encontrarme con su mano cercana en medio de la noche.